Resistencia de la lucha independentista. Aprende en Casa III

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En la asignatura de Historia de tercero de secundaria, se verá el tema: “Resistencia de la lucha independentista”, a través del cual se explicará el proceso de Independencia y la influencia del liberalismo.

En esta sesión revisarás las campañas militares llevadas a cabo por José María Morelos y Pavón durante la lucha de independencia, así como algunos hechos relevantes alrededor de su lucha armada, y su ideología. 

Comienza por recordar brevemente que los temas abordados en la sesión pasada se relacionan con las ideas liberales adoptadas por la población ilustrada de Nueva España, que inspiraron el proceso de independencia. 

Por ello, debes tener claro que los principios liberales, tales como el reconocimiento de la ciudadanía, la igualdad y la libertad, se plasmaron en la Constitución de Cádiz, sin embargo, dicha constitución no reconocía la igualdad, libertad, ciudadanía. ni derecho alguno a las personas afrodescendientes o esclavas. 

Pero, ¿qué sucedió en Nueva España luego de que los iniciadores de la independencia fueran derrotados y fusilados? La respuesta es interesante, y será parte del propósito de la sesión, pues después de la primera etapa de la guerra de independencia, es decir, luego de que Miguel Hidalgo, Juan Aldama, Mariano Jiménez e Ignacio Allende fueran fusilados en 1811, el movimiento no perdió fuerza y fue encabezado por José María Morelos y Pavón, quien además le daría certidumbre ideológica al movimiento e imprimiría mayor organización al ejército insurgente. 

Conocerás más acerca de estos temas tan importantes; ten a la mano tu libreta y un bolígrafo para hacer tus anotaciones, y tu Libro de Texto para abundar en el tema. 

¿Qué hacemos? 

Lee la siguiente lectura, titulada “Morelos” de la Antología de lecturas Historia de México de Ezequiel Adeodato Chávez. 

En la segunda mitad del siglo XVIII, en la señorial aunque pequeña ciudad de Valladolid que había de llevar después el nombre de Morelia, en el año de 1765, el 30 de septiembre vino al mundo un niño a quien se puso el nombre de José María Teclo Morelos y Pabón, cuando su padre lo llevó, cuatro días después al Sagrario de la Catedral, en la que lo bautizó el bachiller don Francisco Gutiérrez de Robles, teniente de cura, el cual extendió el acta en el folio 114, del libro forrado de badana encarnada que para las partidas de bautismo de españoles se había abierto en el mes de enero de 1760, e hizo constar en ella que el niño era hijo legítimo de Manuel Morelos y de Juana Pabón, “españoles”. 

De escasos recursos ambos, habían vivido, al decir de don Manuel Orozco y Berra en la hacienda de Sindurio, cercana a Valladolid, y perteneciente a padres agustinos, y fueron luego a residir “en una pobre casa”, en la que don Manuel Morelos “ejerció su oficio, de carpintero”, “en la cuadra siguiente a la Capilla del Prendimiento”; pero muerto a poco, “cuando el niño estaba apenas en los comienzos de las enseñanzas que lo habrían conducido luego a la carrera eclesiástica que pensaba seguir”, dice el mismo don Manuel Orozco y Berra, tuvo que abandonarlas, y es común relación que entonces su atribulada madre tuvo que confiarlo “al cuidado de don Felipe Morelos, quien tenía una recua” en la que “sirvió el muchacho en clase de atajador” de mulas. 

Este súbito cambio de ruta, en el instante mismo en que estaba llegando a aquella jornada de la existencia que se comprende en la coyuntura de la infancia y la pubertad, cuando iba a crecer más físicamente y cuando los valores prácticos de las cosas y su importancia positiva cobraban para él fuerza enorme, contribuyó sin duda a dar a su carácter la consistencia enérgica que lo iba a distinguir. 

Convertido en arriero, aprendería materialmente, con los pies y con los ojos, la geografía de parte considerable de su país, y se ensancharía sin cesar su horizonte, con los panoramas: montes y arroyos, arboledas, sementeras y cañadas; ríos y ciénegas; pedregales y arenales que cruzaría a pie y corriendo tras las mulas o alcanzándolas a pedradas, para reducirlas al orden y volverlas al camino; ora, cielo azul, sol ardiente; ora, cielo nublado, ventarrones fríos, deshechos aguaceros; y al rendir la jornada, atardecer de luminosos crepúsculos cuajados de rutilantes colores, al llegar a los pueblos, cuando los pájaros venían volando a abrigarse en las ramas de los árboles de las plazas o de los atrios de las iglesias, y sus píos poblaban el viento, en el que se oían, acompasados, los latidos de las campanas de las torres tocando a la oración, sobre los campos. 

En el cielo azul brillaban, unas tras otras, fúlgidas estrellas, y los hombres, quitándose el sombrero, deteníanse ; quienes junto a las tapias, cuales en los silenciosos senderos. Con ellos hablaría él rápidas y pasajeras palabras: su geografía física transformándose así en geografía social. A cada retorno a su hogar el niño, camino ya de la adolescencia, llevaba a quienes habían quedado con él, a su madre, a su hermana, María Antonia, a su hermano Nicolás a su madre, siempre, algún “pequeño regalo en muestra de cariño”, asegura Orozco y Berra, y su oficio mismo, duro como era, de fatiga y cuidado, le enseñaría a la par la serenidad y la fuerza de la vida, la responsabilidad y la alegría de servir. 

Podrás relacionar algunas experiencias en la vida temprana de Morelos con las estrategias y concepciones que delinearon la lucha de independencia, por ejemplo: 

1. Conocer la geografía de la región. Debido a que fue arriero, tuvo que recorrer a pie las rutas del país, por lo que seguramente conocía atajos, escondites y refugios naturales que le auxiliarían durante la guerra de independencia. 

2. El oficio de arriero le permitió conocer mucha gente de diversos oficios, posiblemente desde arrieros hasta campesinos, pero también conocer a familias privilegiadas que vivían en las más suntuosas casas. Escuchar historias de estas personas, le permitió tomar conciencia de la desigualdad social imperante en Nueva España. Por ello, el autor afirma que: “la geografía física que Morelos conocía, se transformaría en geografía social”. 

Como bien recordarás, entre las causas que inspiraron el movimiento de independencia en Nueva España se encuentra el enraizamiento de las ideas liberales en la mayoría de la población criolla. 

La lucha iniciada por Miguel Hidalgo había sembrado un espíritu libertador que sería imposible apagar, a pesar de su muerte y de otros insurgentes. 

Entre quienes continuarían la lucha, con mayor proyección ideológica y organización militar, destaca José María Morelos y Pavón, éste llegaría a plasmar en la Constitución de Apatzingán las ideas de libertad, igualdad y soberanía tan ansiadas por los novohispanos. 

Pero ¿cómo fue posible que Morelos llevará a cabo tan difícil empresa? Morelos, con un ejército más disciplinado y mejor organizado, inicia sus campañas militares por la zona sur de Nueva España. 

La primera campaña sucedió de octubre de 1810 hasta agosto de 1811. 

En esta primera expedición, de acuerdo con información del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, INEHRM, Morelos sale de Carácuaro, Michoacán, acompañado de 25 hombres armados con palos, machetes y algunos fusiles. 

Esta campaña tuvo como resultados que el ejército, comandado por Morelos, lograra capturar Chilpancingo, en el ahora estado de Guerrero, y también sitiar el puerto de Acapulco, con la intención de romper el flujo de comercio y las comunicaciones sostenidas con España. 

De acuerdo con el especialista Andrés del Castillo “[…] allá por 1811, Morelos, al reconocer la imposibilidad de tomar por completo el puerto de Acapulco, antes de partir y dejar el sitio en manos de Julián de Ávila, dirigió las siguientes palabras a los realistas que resistían en el Fuerte de San Diego: europeos que estáis en ese castillo, vosotros sois cuatro y estáis queriendo resistir una nación entera levantada en masa que reclama sus derechos de gobernar por falta de monarca”. 

“[…] el sitio de Acapulco sería tan férreo que las batallas en aquel puerto no terminarían hasta años después, fecha en que los realistas se rindieron”. 

Cabe destacar que, en esta primera campaña, se unieron a Morelos insurgentes como Vicente Guerrero, los hermanos Víctor, Miguel y Máximo Bravo; y los hermanos Juan Pablo y Hermenegildo Galeana, a quien el Generalísimo consideraba “su brazo izquierdo”. 

Sin duda, el ejército insurgente mostró determinación y paciencia durante el sitio, pues sabían que se trataba de un punto estratégico para la lucha, capturar el puerto no solo impediría la comunicación entre España y Nueva España, también implicaba que el comercio, los víveres, medicinas y demás insumos escasearan, por lo que su dominio era esencial. 

La segunda campaña de Morelos comienza en noviembre de 1811 y termina en mayo de 1812, en donde su objetivo consistiría en tomar la capital de Nueva España, por lo que sus recorridos se acercaban al centro del país, fue en Izúcar, municipio de Puebla, donde conoció al cura Mariano Matamoros. 

De acuerdo con la autora Silvia Molina, Matamoros ordenaría y uniformaría al ejército insurgente, dotándolo de mayor disciplina. Así, la intervención de este cura sería tan importante para la causa del generalísimo que lo consideraría “su brazo derecho”. 

Durante esta campaña, conviene tener presente que Morelos dividió a su ejército en tres partes. Una, donde él estaba al mando, con la que atacó la ciudad de Cuautla; sin embargo, sufrió un importante sitio de 72 días a manos del general realista Félix María Calleja, del que finalmente Morelos lograría escapar. 

La tercera campaña, tuvo lugar de 1812 a 1813. En donde destaca la participación de Guadalupe Victoria

En esta campaña logró tomar Oaxaca, que, en sintonía con Silvia Molina, sería un fuerte golpe para los realistas, pues los insurgentes pudieron obtener dinero y armas de esta ciudad. 

En Acapulco comienza la cuarta campaña de Morelos. 

Durante de la segunda y tercera campaña, Morelos había dejado a cargo del sitio de Acapulco a Julián de Ávila, sin embargo, durante ese tiempo, los realistas apostados en el fuerte de San Diego lograron resistir el sitio de los insurgentes. Cuando Morelos regresó a la ciudad de Acapulco, ésta se encontraba muy deteriorada. 

Morelos retoma personalmente el sitio de Acapulco, con ello da inicio la cuarta campaña. 

El insurgente José María envió cartas a Pedro Antonio Vélez, líder realista, solicitando su rendición, pero este se negó. 

Así que los insurgentes se dispusieron a tomar la isla de la Roqueta, que era el lugar donde los realistas se suministraban de madera y agua, además ahí era donde refugiaban a sus enfermos. 

Ante tal situación, aunada al hambre, enfermedades y la deserción de una parte del ejército español, a Vélez no le quedó otra opción que negociar los términos de su rendición ante Morelos, por lo que el día 20 de agosto de 1813, el puerto les fue entregado totalmente a los insurgentes. 

Andrés del Castillo escribe que después de tomar posesión del puerto, Morelos espetó las siguientes palabras: “Viva España hermana, no dominadora de América”. 

Con esta acción Morelos había cumplido con las órdenes de su difunto mentor, Miguel Hidalgo, quien años atrás le había encomendado tomar tan importante puerto. 

Con los ánimos y la confianza arriba, el ejército insurgente se dispuso a marchar a Valladolid (hoy Morelia), según Silvia Molina, acompañado de seis mil hombres dispuestos a enfrentarse a mil del ejército realista que supuestamente los esperaban en Valladolid; sin embargo, un sorpresivo envío de refuerzos al ejército realista, colocó en un serio problema a Morelos, quien tuvo que huir y buscar refugio en las cercanías. 

Este hecho le costaría demasiado, pues en la huida, un hombre tan importante para su causa como Mariano Matamoros sería capturado y posteriormente fusilado en febrero de 1814. Poco tiempo después, en junio de ese mismo año, murió en combate Hermenegildo Galeana. 

Recuerdas que Morelos consideraba a Matamoros y Galeana como sus manos derecha e izquierda, según Ireneo Paz, en su libro: Leyendas históricas de la Independencia: Leyenda cuarta: Morelos, el generalísimo “se soltó llorando como un chiquillo y se le oyó exclamar ‘He perdido mis dos brazos: ¡ya no soy nada!’”. 

Así terminaría esta cuarta campaña, más no la lucha, que ahora se llevaría a cabo, también desde el plano político y jurídico. 

Pero para comenzar con ese tema, observa el siguiente video, presta atención a la descripción de sus cuatro campañas y especialmente a las acciones políticas y jurídicas que Morelos e Ignacio López Rayón llevaron a cabo a fin de establecer las bases y principios ideológicos de la lucha insurgente. 

  • El ejército de Morelos

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¿Te diste cuenta de la importancia que tuvieron los Sentimientos de la Nación y la Constitución de Apatzingán para la lucha insurgente? 

Toda lucha necesita una causa legítima. Por ello, Morelos planteaba política e ideológicamente la formación de una nación libre y soberana. Para materializar lo anterior, Morelos convocó a un Congreso en Chilpancingo en 1813 con la intención de plasmar estos principios. Así, el catorce de septiembre, Morelos promulgó el documento llamado Sentimientos de la Nación, texto ideológico, que establecía algunos principios, entre los que puedes destacar: La libertad de América, el monopolio del catolicismo, la soberanía popular depositada en tres poderes, la exclusiva concesión de empleos públicos a ‘americanos’ y la abolición de la esclavitud y de la tortura. 

Otro de los documentos que el Congreso de Chilpancingo generaría sería el Acta Solemne de la Declaración de la Independencia de la América Septentrional, en este se establece la soberanía de la nación mexicana el 6 de noviembre de 1813. 

Mientras tanto, en Europa, en 1814 tras la derrota de Francia, Fernando VII retornaría al trono de España y en aras de conservar sus privilegios, desconoció la Constitución de Cádiz, eliminando de un plumazo todos los derechos que se reconocían en ella. 

Este hecho repercutiría en Nueva España, puesto que las batallas se recrudecieron, además de que la reinstauración de la monarquía absoluta y la derogación de la Constitución de Cádiz, ocasionaron perseguir y condenar con mayor vehemencia a Morelos y sus postulados liberales. 

Por tal motivo, el Congreso de Chilpancingo tuvo que trasladarse de un lugar a otro, para evitar que sus congresistas fueran capturados. Se estableció en Apatzingán y en la sesión del 22 de octubre de 1814 se promulgó el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, también llamada Constitución de Apatzingán, en referencia al lugar de su promulgación. 

De sus 242 artículos destacan los siguientes: 

  • Que la soberanía constituye la facultad de dictar leyes y establecer a forma de gobierno que más convenga a los intereses de la sociedad.

  • El Estado sirve a los intereses y bienestar de los ciudadanos.

  • La soberanía reside principalmente en el pueblo.

  • La división del poder en tres esferas; Judicial, Ejecutivo y Legislativo y en ningún caso ninguna persona debería ostentar los tres poderes.

  • Son ciudadanos todos los nacidos en América.

  • La igualdad, seguridad, propiedad y libertad son elementos esenciales de la felicidad.

  • La libertad de expresión.

  • La felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos consiste en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad. 

Aunque la Constitución estaba llena de preceptos liberales, había otros que no estaban tan apegados a esta ideología, pues impedía la libertad de culto, limitando a la religión católica como la única permitida, so riesgo de perder la ciudadanía por herejía, tal como lo establecía el artículo 15 de aquella constitución. 

La Constitución de Apatzingán generó fuertes críticas en los sectores más conservadores, pues en ella se eliminó la sumisión de la nación a Fernando VII,  y se depositó en el pueblo, lo que  fue considerado por el Santo Oficio como “un abominable código” de influencias “nefastas”, conforme al análisis del académico  Guillermo Floris Margadant. 

Por supuesto, no solo Morelos participó en la elaboración de esta Constitución, también otros ilustres personajes ayudaron en su redacción, como: Andrés Quintana Roo e Ignacio López Rayón. 

“El rayo del sur”, como también se le conocía a Morelos fue capturado el día 5 de noviembre de 1815, en Temalaca, Guerrero. Sería trasladado a la capital, juzgado sumariamente, excomulgado y posteriormente fusilado el 22 de diciembre de ese mismo año en Ecatepec. 

Con su muerte, también culminó la segunda fase de la independencia, dando paso a que otros líderes tomaran y culminaran la tarea iniciada por Hidalgo y dignamente continuada por Morelos.  

Organizar y liderar un ejército no es nada fácil, los peligros a que se exponían eran demasiados, por ello, la estrategia y fortalecimiento que se implementó en esta fase es muy importante. Tan es así que, según diversas fuentes, Napoleón Bonaparte habría expresado: “Si tuviera cinco hombres como Morelos, conquistaría el mundo”. 

Es indudable que la fiel convicción en los ideales defendidos por los insurgentes los llevó a realizar grandes hazañas. 

Repasa las cuatro campañas: 

En la primera, Morelos intentó capturar el puerto de Acapulco, y se unieron a la causa Hermenegildo Galeana (su brazo izquierdo), los hermanos Bravo: Leonardo, Víctor y Máximo, así como Nicolás Bravo y Vicente Guerrero. 

Durante la segunda campaña, Morelos conoció a su “brazo derecho”, Mariano Matamoros en Izúcar, Puebla. También intentaría tomar la ciudad de Cuautla, pero el ejército realista le superó, por lo que tuvo que escapar. 

En la tercera campaña Morelos conoció a Guadalupe Victoria durante la batalla por Oaxaca, con la que lograron tomar esta ciudad que sería de gran importancia, pues le fue posible conseguir armas para su causa. 

Por último, en la cuarta campaña, Morelos finalmente pudo conquistar el puerto de Acapulco; inspirado por esta victoria, su ejército marchó hacia Valladolid, donde fue derrotado por los realistas, ahí perdería a su mejor hombre, Mariano Matamoros, y cinco meses después moriría Hermenegildo Galeana. 

Por otro lado, las aportaciones políticas e ideológicas de Morelos en favor de la construcción de la nación, planteadas tanto en Sentimientos de la nación, donde esbozaría la libertad, la soberanía y la igualdad; como en la Constitución de Apatzingán, donde transformaría estos principios en derechos jurídicos, y desconocería la monarquía de Fernando VII reivindicando que la soberanía reside en el pueblo.

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