Las esposas de los lugartenientes del Chapo

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Para muchos fue una muestra del oportunismo, algunos vieron la decisión de Mía y Olivia, esposas de Pedro y Margarito Flores, encargados de distribuir la droga que Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera enviaba a Chicago, de publicar su libro donde relataban cómo era su vida en el mundo del narco en México.

Las jóvenes aseguran que luego de la decisión de los mellizos de entregarse a las autoridades sintieron que el miedo se apoderó de sus vidas.

El ejemplo fue cuando su suegro, Margarito, regresó a México y meses después desapareció y sólo se localizó el auto en el que viajaba en el desierto sinaloense con una nota de advertencia para los hermanos.

Narran que sus esposos fueron los primeros ciudadanos estadounidenses en trabajar con El Chapo y por eso tuvieron una vida de lujos y derrocharon dinero en mansiones, viajes y joyas.

Las mujeres crecieron  en Pilsen, un barrio mayoritariamente mexicano de Chicago, y gracias a la relación laboral de sus maridos con el capo pudieron arrendar una casa en la playa cerca de donde las Kardashian van de vacaciones en Punta Mita, en Puerto Vallarta. 

Confesaron que sus esposos sabían que una vez entrando a esa vida ya no había marcha atrás y la única forma de salir era muerto o detenido.

Durante su estancia en México radicaron en un fraccionamiento acaudalado de Guadalajara; donde mencionan que era difícil distinguir al abogado o médico del narcotraficante.

Los mellizos decidieron ir con las autoridades debido a la presión que ejerció tanto Arturo Beltrán Leyva, quien les pidió la cabeza de Guzmán Loera; así como el propio capo que les exigía lealtad.

En su libro ‘Cartel Wives’ hay más experiencias similares de su vida como parejas de dos de los lugartenientes que hicieron ganar más dinero al Chapo.

VER VIDEO La última revelación sobre el Chapo Guzmán

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