Y si tengo alumnos rebeldes, ¿cómo trabajo con ellos?

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Cuando tomas la decisión de convertirte en profesor, porque sientes que tu misión en la vida es brindarle conocimientos a cabecitas ávidas de conocer el mundo e irlo descubriendo a través de lo que puedas compartirles en el aula y fuera de ella, pocas veces imaginas que hay quienes no sienten esa misma pasión por aprender que la que tu tienes por enseñar.


¿A qué nos referimos? A que dentro de cada grupo de clases siempre habrá uno o unos, que tengan como misión hacerte perder la paciencia, retando tu autoridad y buscando saber, cuál es tu límite como profesional y como persona.


Y es que ser profesor conlleva una gran responsabilidad, por ello es importante imponerse, hacerse respetar y conseguir que los alumnos sepan quién es la autoridad dentro del salón de clases.


Sin duda esta tarea no es sencilla, pues en el camino encontrarás a niños y niñas que ya tienen cierta rebeldía aprendida pues en casa no les han puesto límites, lo cual hace más compleja la labor del profesor.


Sin duda no hay una varita mágica que sirva para convertir a un grupo de alumnos rebeldes en inocentes corderitos, pero sí hay algunos consejos prácticos que te pueden ayudar a “domar a los leones”.


¿Y cuáles son esos consejos?


Tu actitud es muy importante, porque si los alumnos notan en ti debilidad, lo utilizaran en tu compra, de la misma manera que si  te perciben como un hombre o mujer muy duros, quizás te obedezcan, pero quizás no aprendan mucho realmente. Lo importante al final es conseguir conectar con ellos, establecer una relación profunda en la que llegues a impactarles de verdad con tu comportamiento y tu actitud hacia ellos.


Acepta el desafío: esto es la base. Es necesario asumir que enseñar a los alumnos rebeldes es un desafío, no simplemente una molestia con la que hay que cargar. Puede que ya estás harto de ellos y no quieras seguir este consejo, pero si de verdad quieres incidir en ellos, te toca asumir la responsabilidad.


Realiza actividades creativas en clase: cuanto más pequeños, más creativo tiene que ser el profesor. Lo peor de todo es el profesor “previsible”, el que siempre hace lo mismo porque tiene un guión aprendido. Es necesario aprender a sorprender a tus alumnos de algún modo para ganarte su respeto y no vean que eres uno más. Si son pequeños, utiliza juguetes didácticos para ilustrar tus clases.


Crea cohesión de grupo: esto es clave entre los adolescentes, pero lo más difícil. Muchas veces, se montan unos grupos de amigos por un lado y otros por otro, dejando a algunos menos populares solos y abandonados. Esto es una tendencia natural, pero si el profesor actúa como un líder, puede combatirla creando un sentimiento de grupo con actividades que impliquen a todos y mucha, mucha, mucha pedagogía. Ideas que pueden ayudarte: preparar juntos una obra de teatro, un partido de fútbol o una actividad extraescolar.


Más que un profesor, sé un amigo: amigo, pero no coleguilla. Alguien que se hace respetar, que cuando tiene que poner más deberes los pone o poner un reporte por mal comportamiento lo hace, pero que está dispuesto a enseñar más allá incluso de sus obligaciones. Esos son los profesores que dejan marca por su gran dedicación e interés.


Conoce la psicología infantil: más que saber de matemáticas o de historia, que ya sabes, ahora es necesario conocer a los seres humanos, concretamente a los niños y adolescentes. ¿Cómo sienten? ¿Cómo actúan? ¿Cómo corrigen sus errores? Estudia todo lo que puedes en este sentido y verás cómo percibes tu clase de manera muy diferente.


La tarea puede no ser sencilla, pero tampoco puedes darte por vencido sin haber intentado integrar a esos alumnos y ponerlos de tu lado.

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